miércoles, 19 de mayo de 2010

¡Terror!


Era la primera vez que visitaba aquel lugar. Tomó asiento y esperó, observando con curiosidad el entorno.

Inesperadamente queda paralizado por el terror porque aquel hombre, mirándole fijamente, se le acerca enarbolando una navaja. Le sujeta la cabeza y acerca la navaja a su cara y lenta, muy lentamente, la va deslizando hasta el cuello, donde siente un pinchazo por donde comienza a sangrar.

Con un sobrehumano esfuerzo se zafa y sale huyendo. Cuando por fin se calma y analiza lo sucedido descubre que ha vivido, y seguirá viviendo, una xirofobia.

Boquiabierto, el barbero no entendía nada.

2 comentarios:

  1. Que graciosa historia.... me imagino la cara del barbero.
    besos

    ResponderEliminar
  2. Y la que se le queda a todos los que presencian las reacciones de los que padecen algún tipo de fobia. Profesionalmente me he tropezado con algún caso, el más estremecedor el de una chica de La Victoria que su padre quería que se preparaba para obtener el permiso de conducir: Padecía tal AMEXOFOBIA que sentada junto a su padre en mi despacho era incapaz de contener un llanto que te ponía los pelos de punta. Modestia aparte me enorgullezco de haber conseguido que lo obtuviera y que, mucho tiempo después me hiciera una llamada ¡ANGEL, YA HE LLEVADO EL COCHE SOLA A SANTA CRUZ!.

    ResponderEliminar